LECCION NO. 10
PENSAMIENTOS, PENSAMIENTOS Y MÁS PENSAMIENTOS
¿Que hacer con todos esos pensamientos que nos invaden cuando estamos ansiando
alcanzar el silencio interior? Me viene una imagen a la mente: Recuerdo haber visto hace
muchos años un anuncio que invitaba a la meditación. En un poster había un retrato de un
guru indio de pie, con una apariencia y atuendo característicos, sobre su tabla de surf
montado sobre las olas. Por debajo se leía una frase: No puedes detener las olas pero
puedes aprender a practicar surf.
No podemos suprimir ni deshacernos de nuestros pensamientos: ellos permanecerán allí al
igual que las olas. Deberemos aceptarlos como parte inevitable de nosotros mismos y
simplemente conducirnos sobre ellos diestramente. En la meditación cristiana nuestra tabla
de surf es el mantra. Por momentos los pensamientos se calmarán, nuestra mente estará
quieta, descansaremos pacíficamente sobre nuestra tabla. Pero en otros momentos habrá
tantos pensamientos dando vuelta que perderemos continuamente el mantra. Y no obstante,
necesitamos perseverar: cada vez que nos caigamos de nuestra tabla de surf, simplemente
deberemos retornar a ella.
La tradición enfatiza lo inevitable de los pensamientos: Un hermano fue al Abba Pastor y le
dijo: “Muchos pensamientos vienen a mi mente y me distraen, y me siento en peligro debido a
ellos”. Entonces el hermano mayor lo condujo afuera, al aire abierto y le dijo: “Abre tus ropas
a la altura de tu pecho y captura el viento en ellas. El hermano respondió: “No puedo hacer
eso”. Y El hermano mayor le dijo : “Si no puedes atrapar el viento, tampoco podrás evitar que
los pensamientos invadan tu cabeza” (Dichos de los Padres del Desierto)
Cuando los pensamientos los distraen y los llevan fuera de vuestro mantra, simplemente,
menciónenlos: trabajo, compras, amigos etc o simplemente digan pensamientos y retornen
gentilmente al mantra. No juzguen, no se critiquen a ustedes mismos. Háganse amigos de la
parte de ustedes que conforma sus pensamientos. Es una manera de aprender a aceptarnos
a nosotros mismos con todas nuestras preocupaciones. Lentamente, sus pensamientos se
aquietarán, serán menos demandantes. Cuando retomamos a nuestro mantra nos damos
cuenta de las brechas que existen entre nuestros pensamientos, y son esos espacios
vacíos lo que permiten que el mantra suene ininterrumpidamente. La aceptación de nuestros
pensamientos como una parte natural de nosotros mismos nos permite aceptar de mejor
manera, la forma en que son las cosas en nuestra vida ordinaria. Aprendemos a aceptar la
vida tal cual es, no como quisiéramos que fuera.
La respiración es el puente entre el cuerpo y la mente. Sabemos que cuando estamos
estresados o agitados, nuestra respiración es superficial y rápida. Cuando el cuerpo
descansa, la respiración se lentifica y la mente se aquieta. Por lo tanto, si trabajamos para
aquietar no solamente nuestro cuerpo sino también nuestra respiración, aquietaremos
nuestra mente. Focalizarnos en la respiración es la mejor manera que conozco para dejar de
lado el mundo afuera y volcarnos al interior. Simplemente debemos poner nuestra atención
en el aire que entra en nuestras fosas nasales. Siéntanlo venir frío y salir cálido: simplemente
focalícense en sentir lo que ocurre cerca de las fosas nasales. No alteren la respiración,
simplemente siéntanla, entrando fría y saliendo caliente. Simplemente respiren.
Estos ejercicios de respiración son muy útiles cuando nos preparamos para la meditación;
una vez que la respiración se haya aquietado, focalicen la atención en el mantra. Pueden
sentir que es de utilidad unir el mantra al ritmo de la respiración, permitirle al mantra flotar en
la respiración, y esto también puede ayudar a arraigarlo en vuestro interior. Pero si eso los
distrae o presenta dificultades, abandonen el conectarlo con la respiración. Pongan toda
vuestra atención en el mantra y acepten lo que ocurre con ecuanimidad. Vale la pena: el
silencio interior crea la conciencia y la centralidad que perdemos en nuestra vida diaria
todos los días.
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