Renuncia a las distracciones
Aprender a meditar es algo muy práctico. Solamente hay un requisito para empezar.
Y este requisito es querer seriamente aprender a meditar. Es un proceso de absoluta
sencillez. Generalmente estamos obsesionados con la idea de las técnicas, métodos,
metodología, etc., pero en la meditación el Camino es muy sencillo. Permíteme
describírtelo:
Debes buscar un lugar privado, lo más privado que puedas, y una vez que lo
encuentres, siéntate. Te recomiendo que cierres tus ojos suavemente y comiences a
decir tu palabra. La palabra que te recomiendo es Maranatha. Es una palabra en
arameo y es importante porque es una de las oraciones Cristianas más antigua y
porque además tiene el sonido correcto que nos conduce al silencio y a la quietud
necesaria para la meditación. Eso es todo. Siéntate derecho y mantente en esa
posición. Y luego, en toda quietud y en el silencio de tu espíritu, repite tu palabra, ´Ma-
ra-na-tha´.
Te quiero responder a una pregunta que todos nos hacemos. Es sobre las
distracciones. ¿Qué es lo que debo hacer cuando comienzo a meditar y llegan
pensamientos que distraen a mi mente? El consejo que nos da la tradición es que
ignores las distracciones y digas tu palabra y que continúes diciéndola. No pierdas tu
energía pensando en qué es lo que vas a comer para la cena, o a quién vas a ver hoy,
o a dónde tienes que ir mañana – o cualquier otra distracción que llegue. No uses tu
energía tampoco para tratar de disipar esa distracción. Simplemente ignórala y la
forma de ignorarla es diciendo tu palabra.
En otras palabras, cuando medites tu energía debe ser canalizada en un camino, y
ese camino es el de tu palabra. Es difícil entender este consejo fuera de la
experiencia de la meditación. Como lo he sugerido, la meditación es sobre la quietud.
Es como la quietud de una piscina con agua. Las distracciones que nos llegan
cuando empezamos a meditar son solo corrientes y movimientos del agua. Pero,
cuando comienzas a meditar, y comienzas a aquietarte, la profundidad del agua se
hace más clara en la medida de tu quietud. La experiencia de la meditación, la
experiencia a la cuál todos estamos llamados y a la cuál todos somos capaces, es el
poder descubrir esa quietud, esa profundidad en nosotros mismos – como la
profundidad del agua en esa piscina, agua de una profundidad infinita. Lo maravilloso
de esa piscina de agua es que cuando está quieta es como una gota viva de cristal
vista con la luz del sol. Es a esto a lo que estamos invitados en la meditación – a
descubrir la profundidad de nuestro espíritu y la capacidad de nuestro espíritu de
poder ser en armonía con el Dios que nos dice que El es la luz. ´Yo soy la luz del
mundo´.
No te confundas con esto. Como te lo digo con toda sinceridad, la meditación es el
camino de sencillez total. Pero debes ser serio en tu compromiso de esta armonía
profunda en tu espíritu – la armonía que te revela que el espíritu de Dios está dentro
de ti. Tienes que ser serio.
Volvamos al problema de las distracciones. Una de las cosas que encontraremos
cuando recorremos el camino de la meditación con sencillez y humildad, es que hay
algunas cosas en nuestra vida que deben cambiar. Por ejemplo, puedo pensar que
sería muy difícil meditar si paso 3 horas al día mirando la televisión. El gran enemigo
de la oración o de la meditación es la plétora de imágenes en nuestra mente. Todos
descubrimos, y estoy seguro que tú lo estás descubriendo en tu propia experiencia,
que sería estúpido seguir añadiendo indiscriminadamente más imágenes.
Escucha las palabras de San Pablo a los Corintios:
´Pues os digo: El que escaso siembra, escaso cosecha; el que siembra con
largueza, con largueza cosechará´. 2 Cor 9:6.
Moment of Christ - The Path of Meditation -
John Main,OSB
Traducido por Lucía Gayón
No hay comentarios:
Publicar un comentario