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jueves, 4 de septiembre de 2008

EL MISTERIO DE LOS TEMPLARIOS

EL MISTERIO DE LOS TEMPLARIOS

Ricardo Polo

Tan rápida ha sido la evolución de la tecnología, que para cualquier ciudadano de este planeta mal llamado Tierra (1), la concienciación sobre ese esfuerzo y el salto de la inteligencia que ello implica, no solo le han robado el asombro, sino que son débiles las posibilidades de comprensión para la suma de los conocimientos. Hoy, quienes se han burlado del lenguaje de los Alquimistas, deben desviar sus ojos, avergonzados. Cualquier individuo sin la correspondiente formación, podría burlarse, con la misma estupidez, del lenguaje que utilizan los técnicos en informática. Y si no, tómese el trabajo de ojear un libro sobre ella. En síntesis, frente a los nuevos conocimientos y la necesidad de correr con su misma velocidad, el peligro de este nómada de la inteligencia, es convertirse en sedentario de la mediocridad.

¿Por qué decimos estas cosas? Porque ha ocurrido en muchas etapas de la historia del Hombre, que solo la espiritualidad y las normas éticas y morales pudieron llevarlo a consolidar sus conocimientos y descubrimientos. Y no a investigar por la investigación misma (2). Muchos son los interrogantes que surgen sobre esos extraños ciclos en los que la humanidad cae en la mediocridad o en "las sombras"... Tiempos de confusión en los que caemos, sin rumbo y sin objetivos...

Sin embargo, cíclicamente surgen estadios en los que como el Ave Fénix, la humanidad retoma la Luz, emprende nuevamente el camino y alcanza momentos de altura intelectual, ética y moral y desarrolla toda la fuerza que subyace en el espíritu creativo de su condición... Uno de esos estadios ha sido sin duda alguna el impreso por La Orden del Temple, es decir, por los templarios, cuyo drama y misterio intentaré ofrecerles. LA ORDEN Tal vez la clave para conocer a los templarios, esté en la Abadía de Clairvaux, fundada por San Bernardo, creador de la Orden del Temple. Hombre santo, sabio y extraño.

El primer deber del templario era "Liberar". Tres hombres claves en su génesis fueron Hugo de Payns, Hugo de Champaña y Bernardo de Clairvaux. El primero de ellos fundador oficial y Primer Gran Maestro de la Orden. Participó en la Primera Cruzada y su amistad con Godofredo de Buillón, sus hermanos Balduino y Eustaquio de Boulogne, su primo Balduino de Bourg -que sería luego Balduino II Rey de Jerusalem- tal vez haya sido la razón que les permitió "hallar" en la Ciudad Santa, aquello que por mandato de San Bernardo buscaron en las ruinas del Templo de Salomón...

EL ARCA DE LA ALIANZA

¿No eran 9 los Levitas que custodiaban el Arca de la Alianza? Así lo dice el Talmud. Nueve fueron los caballeros que en 1118 dirigidos por Hugo de Payns, se presentaron al Rey Balduino II, recién coronado, expresándole su deseo de "asegurar la custodia de la ruta" de los peregrinos de Jaffa a Jerusalén. Digamos, además, que con estos caballeros "temerosos de Dios", se hallaba Andrés de Monthard, tío de San Bernardo, al que luego se unió Hugo de Champaña, tal vez la pieza clave del misterio templario.

HUGO DE CHAMPAÑA

Hugo de Champaña no participó de la Primera Cruzada. Parece ser que estuvo en Jerusalén entre 1104 y 1105, regresando en 1108. Pero algo muy importante y misterioso llevó a Francia en 1105, entregándolo al Abad de Citeaux, Esteban de Harding. Ese algo, se sabe, fueron textos hebreos que el Abad ordenó estudiar en su monasterio. Para profundizar mas en los textos, al parecer sagrados, Harding se hizo ayudar por los sabios rabinos de la Alta Borgoña. La revelación que Hugo de Champaña hace al Abad de Citeaux y que lleva a este a preparar a todos los monjes de su monasterio, seguramente tiene algo que ver con el viaje de Hugo a Tierra Santa en 1115... Es posible, porque a su regreso (en lo que se supone fue un viaje de "verificación") Bernardo de Fontaine*, joven monje a quien Esteban Harding confía la Abadía de Clairvaux junto con doce discípulos cuidadosamente seleccionados, comenzará a manejar lo que los investigadores afirman que fue "un nuevo renacimiento histórico de la humanidad..."

"Mientras tanto, Payns está en Jerusalén. En 1125 Hugo de Champaña repudia a su mujer, reniega de su hijo, renuncia a su condado y va a reunirse con los nueve caballeros que "residen en el emplazamiento de las ruinas del Templo de Salomón", desde 1118.

Esta conducta perfila, no cabe duda, la verdadera labor que realizan en Jerusalén los nueve caballeros y que no es, precisamente, la de "custodiar caminos". Tal vez y sin audacia, podemos pensar que ellos estaban allí buscando algo misterioso y trascendente, que la leyenda dice que bien pudo ser "el Santo Grial" o el más atinado "hallar el Arca de la Alianza y verificar su contenido".

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