La Regla de los Templarios
Acta del concilio en el cual, tal como dejo constancia Juan Michaelensis, nombrado escribano para dicho concilio, San Bernardo de Claraval entrega a Hugo de Payns y a los demás Caballeros Templarios, la Regla que en adelante deberían seguir, como Orden plena de Caballería. Francia, en el año del Señor de 1127.
A todos se dirige especialmente nuestra platica, á aquellos que desprecian seguir sus propias voluntades, y desean con pureza de animo militar al Supremo, y Verdadero Rey, para que deseen tomar las excelentes armas de la obediencia, cumpliendo con exactisima atencion, y perseverancia: por esto, aconsejamos á vosotros que haveis abrazado hasta aora la milicia secular, en que Christo no fue la única causa, sino el favor de los hombres, que perpetuamente os acelereis á associaros á la unidad de aquellos, que el Señor eligió del monton de la perdición, y dispuso con su piadosa gracia, para defensa de la Santa Iglesia: para esto, o Soldado de Christo! seas quien fueres, que eliges tan Santa conversación, conviene que tú, acerca de tu profesión, lleves una pura diligencia, y firme perseverancia, que se conoce ser tan digna, santa, y sublime para con Dios, que si pura, y perseverantemente se observa por los Militantes, que dieren sus almas por Christo, merecerán obtener la suerte; porque en ella floreció, y apareció una Orden Militar, que dexado el zelo de la Justicia, intentaba, no el defender á los Pobres, ó Iglesias, como era de su instituto, sino robarlos, despojarlos, y aun matarlos; bien, pues, os sucede á vosotros, á quienes nuestro Señor, y Salvador Jesu-Christo, como amigos suyos os dirigió desde la Santa Ciudad á habitar en Francia, y Borgoña, que no cessais, por nuestra salud, y propagación de la verdadera Fé, de ofrecer al Señor vuestras almas en victima agradable á Dios.
Finalmente, nosotros, con toda afeccion, y piedad fraternal, y a ruegos del Maestre Hugo, en quien la sobredicha Milicia tuvo principio, estando juntos, con ayuda de Dios, e influyendo el Espíritu Santo de diversas mansiones de la Provincia ultramontana, en la fiesta de San Hilario, año de la encarnación del Señor 1128. Y del principio de la dicha Milicia el nono, merecimos oír de boca del mismo Maestre Hugo, el modo, y observancia de esta Orden Militar, capitulo por capitulo; y según la noticia de la pequeñez de nuestro saber, todo lo que en el presente Concilio no se nos pudo contar, y referir de memoria, lo pusimos, de conformidad, y con dictamen de todo el Capitulo, á la providencia, y discrecion de nuestro Venerable Padre Honorio II. y del ínclito Patriarca de Jerusalén Esteban, experto en la fertilidad, y necesidad de la Religión Oriental, y de los pobres Conmilitones de Christo; á la verdad, aunque un gran numero de Religiosos Padres, que en aquel Concilio se juntaron por Divina inspiración, apoya la autoridad de nuestro dictamen, no debemos pasar en silencio aquellos que vieron, y profirieron estas verdaderas sentencias, de que yo Juan Michaelensis, por mandado del Concilio, y del Venerable Abad de Clareval, a quien estaba encargado, y aún le era debido este asunto, merecí, por la Gracia Divina, ser escritor de la presente página.
Asistieron á la celebración de Este Concilio Matheo, Obispo Alvanense Cardenal y Legado Apostolico, Raynaldo, Arzobispo Remense, Henrique, Arzobispo Senofense, y sus Sufraganéos, Rankedo, Obispo Carnotense, Gosleno de Soisons, el de Paris, Trecense, Orleans, el de Augerre, Meldense, Cathalaunense, Laudunense, Belvacense, y el Abad Beceliacense, que despues fué Legado Apostolico, y Arzobispo de León, el Abad Cisterciense, Pontiniacense, el de Tres Fuentes, el de San Dionisio de Rhems, el Abad de San Esteban de Dijón, el Abad de Molismense, Alberico Remense, y Fulgerio Maestro, y otros muchos. De seglares, el Conde Theobaldo, el Conde Nivernense, y Andrés de Bandinento. Asistieron también el Maestro Hugo, con Fray Godofrido, Fray Rotallo, Fray Gaufrido Bisól, Fray Pagano de Monte-Desiderio, y Archembando de Santo Amando, Caballeros Templarios.
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