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sábado, 31 de enero de 2009

EL SECRETO

El secreto de la esfinge se relaciona directamente con el hombre, partiendo de que una parte es humana, otra animal y la otra angelical Cuando un hombre nace, tres seres separados nacen con él, las que continúan formándose hasta su muerte. Estos seres no tienen nada en común una con otra: ellas son nuestro cuerpo animal, nuestra esencia angelical y nuestra personalidad humana. Su formación no depende de nosotros en manera alguna.

Su desarrollo futuro, el desarrollo de cada una separadamente, depende de los datos que un hombre posee y de los datos que lo rodean, tales como el medio "ambiente, las circunstancias, las condiciones geográficas, etc. Para el cuerpo animal estos datos son herencia, condiciones geográficas, alimento y movimiento. Estos no afectan la personalidad humana. En el curso de la vida de un hombre, la personalidad humana se forma exclusivamente a través de lo que el hombre oye y a través de la lectura. La esencia angelical es puramente emotiva.

Se compone de lo que es recibido antes de nacer, y mucho antes de la formación de la personalidad humana, y más tarde sólo de aquellas sensaciones y sentimientos entre los cuales vive el hombre. Lo que ocurre después, sólo depende de la transición. De este modo, el cuerpo empieza a desarrollarse en cada hombre subjetivamente. El desarrollo de las tres seres comienzan desde los primeros días de la vida de un hombre.

Las tres se desarrollan independientemente la una de la otra. Y así puede suceder, por ejemplo, que el cuerpo empiece su vida en condiciones favorables, en país libre saludable y como resultado sea valiente; pero esto no significa necesariamente que la esencia angelical del hombre sea de carácter similar. En las mismas condiciones, la esencia angelical puede ser débil y cobarde. Un hombre puede tener un cuerpo valiente como un león, contrastando con una esencia cobarde. La esencia no tiene necesariamente un desarrollo paralelo al desarrollo del cuerpo animal. Un hombre puede ser muy fuerte y sano y sin embargo ser tan tímido como un conejo. El centro magnético del cuerpo, su alma, es el centro motor.

El centro de gravedad de la esencia es el centro emocional y el centro de gravedad de la personalidad es el centro intelectual. El alma de la esencia es el centro emocional. Tal como un hombre puede tener un cuerpo sano y una esencia cobarde, así también la personalidad puede ser audaz y la esencia tímida. Consideremos por ejemplo un hombre con sentido común: él ha estudiado, sabe que pueden aparecer alucinaciones y sabe que ellas pueden no ser reales. De modo que en su personalidad no las teme, pero su esencia tiene miedo. Si su esencia ve un fenómeno de esta clase, no puede evitar el tener miedo. El desarrollo de un centro no depende del desarrollo de otro, y un centro no puede transferir sus resultados a otro. Es imposible decir positivamente que un hombre es así o asá. Uno de sus centros puede ser valiente, otro cobarde; uno bueno, otro malvado; uno puede ser sensible y otro muy burdo; uno siempre está listo para dar, otro es lento o casi incapaz de dar. Por lo tanto es imposible decir: bueno, valiente, fuerte o malvado.

Como ya lo hemos dicho, cada una de las tres máquinas representa a la cadena entera, a todo el sistema en su relación con una, con otra, o con la tercera. En sí misma cada máquina es muy complicada, pero es puesta en movimiento muy simplemente. Cuanto más complicadas las partes de la máquina, menos palancas hay. Cada máquina humana es compleja, sin embargo el número de palancas puede diferir en cada una por separado: en una más palancas, en otra menos. En el curso de la vida, una máquina puede formar muchas palancas para ser puesta en movimiento, mientras que otra puede ser puesta en movimiento con un pequeño número de palancas. El tiempo para la formación de las palancas es limitado.

A su vez, este tiempo también depende de la herencia y de las condiciones geográficas. En promedio, las nuevas palancas se forman hasta los siete u ocho años de edad; más tarde, hasta los catorce o quince años, pueden ser alteradas; pero, después de los dieciséis o diecisiete años, las palancas no se forman ni se alteran. Por lo tanto, más tarde en la vida, sólo actúan aquellas palancas que ya han sido formadas. Es así como son las cosas en la vida ordinaria normal, por mucho que haga un hombre por cambiarlo. Esto es cierto incluso con respecto a la capacidad de un hombre de aprender. Se pueden aprender cosas nuevas hasta los diecisiete años; lo que se aprende más tarde es sólo aprender entre comillas, es sólo un nuevo ordenamiento de lo viejo. Al principio esto puede parecer difícil de comprender. Cada individuo con sus palancas depende de su herencia y del lugar, el círculo social y las circunstancias en las cuales nació y creció. El modo de operar de. Los tres centros o almas es similar. Su construcción es diferente, pero su manifestación es la misma. Los primeros movimientos se graban.

Las grabaciones de los movimientos del cuerpo son puramente subjetivas. Esta grabación es como la de un disco: primero, hasta los tres meses, es muy sensitiva; después de los cuatro meses se vuelve menos sensitiva; después de un año, todavía más débil. Al principio se puede oír hasta la respiración; una semana después no se puede oír nada de un volumen inferior al de una conversación en voz baja. Pasa lo mismo con el cerebro humano: al principio es muy receptivo y registra cada nuevo movimiento. Como resultado final un hombre puede tener muchas posturas, otro sólo unas pocas.

Por ejemplo, un hombre puede haber adquirido cincuenta y cinco posturas mientras duró la posibilidad de grabarlas, y otro hombre, viviendo en las mismas condiciones, puede haber obtenido doscientas cincuenta. Esas palancas, estas posturas, se forman en cada centro de acuerdo con las mismas leyes y quedan allí por el resto de la vida de un hombre.

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