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jueves, 8 de enero de 2009

JULIUS EVOLA LA LEYENDA DEL GRIAL Y EL "MISTERIO" DEL IMPERIO

JULIUS EVOLA LA LEYENDA DEL GRIAL Y EL "MISTERIO" DEL IMPERIO

En una o en otra forma, en las tradiciones de los pueblos más variados siempre se encuentra la idea de un poderoso "Señor del Mundo", de un reino misterioso que se encuentra por encima de todo reino visible. De una residencia que tiene, en sentido superior, el significado de un polo, de un eje, de un centro inmutable, representado como una tierra firme en medio del océano de la vida, como una comarca sagrada e intangible, como una tierra de la luz, o tierra solar.

Significados metafísicos, símbolos y oscuros recuerdos se entrelazan aquí innseparablemente. La idea de la realeza olímpica y del "mandato del cielo" constituye un tema central: "Aquel que reina a través de la Virtud (del Cielo)–dice Kong-tze – se asemeja a la estrella polar: él permanece inmóvil, pero todas las cosas se mueven a su alrededor". La idea del "Rey del Mundo" concebido como cakravartî se encuentra por encima de una serie de temas subordinados : el kravarti –Rey de los reyes– hace girar la rueda –la rueda del Regnum, de la "Ley"– permaneciendo él mismo inmóvil. Invisible como la del viento, su acción tiene sin embargo la irresistibilidad de las fuerzas de la naturaleza. En mil formas, y en estrecha conexión con la idea de una tierra nórdico-hiperbórea, irrumpe el simbolismo de la sede del medio, de la sede inmutable: la isla, la altura montañosa, la ciudadela del sol, la tierra defendida, la isla blanca o isla del esplendor, la tierra de los héroes: "Ni por tierra ni por mar se alcanza la tierra sagrada" – se dice en la tradición helénica. "Sólo el vuelo del espíritu os puede conducir allí" –susurra la tradición extremo-oriental. Otras tradiciones hablan de un monte magnético misterioso y del monte, en el cual desaparecen o son raptados aquellos que han obtenido la perfecta iluminación espiritual. Otros hablan aun nuevamente de una tierra solar, desde la cual provienen aquellos que son destinados a asumir la dignidad de reyes legítimos entre pueblos sin príncipes.

Ésta es también la isla de Avalón, es decir, la isla de Apolo, del dios solar hiperbóreo, denominado a su vez Aballún por parte de los Celtas. También respecto de legendarias razas "divinas", como los Tuatha dè Danann, que vinieron del Avalón, se dice que vinieron "del cielo". Los Tuatha llevaron consigo desde el Avalón algunos objetos místicos: una piedra que indica a los reyes legítimos, una lanza, una espada, un vaso que provee un alimento permanente, el "don de vida". Son los mismos objetos que figurarán en la leyenda del Grial. Desde los tiempos primordiales estos temas originarios descienden hasta el Medioevo asumiendo en esta época formas características. De aquí, por ejemplo, las tradiciones relativas al reino del Preste Juan y del Rey Arturo. "Preste Juan" no es un nombre, sino un título: se habla de una dinastías de "Prestes Juan" la cual, del mismo modo que la estirpe de David, habría revestido a un mismo tiempo la estirpe regia y la sacerdotal. El reino de Juan asume muchas veces los rasgos del "lugar primordial", del "paraíso terrestre". Es allá donde crece el Árbol; un árbol que, en las diversas redacciones de la leyenda, aparece a veces como Árbol de la Vida, otras como un Árbol de la Victoria y del dominio universal. Allí se encuentra también la piedra de la Luz, una piedra que tiene la virtud de resucitar al animal imperial, el Águila. Juan domina a los pueblos de Gog y de Magog – las fuerzas elementales, el demonismo de lo colectivo. Varias leyendas hablan de viajes simbólicos que los más grandes dominadores de la historia habrían hecho hasta el país del preste Juan, o hacia tierras que tenían un significado análogo, para recibir allí una especie de consagración sobrenatural de su poder.

Por otro lado, el Preste Juan habría enviado a emperadores, como "Federicus", donaciones simbólicas que tenían el significado de un "mandato divino". Uno de los héroes que habría alcanzado el reino del Preste Juan es Oyero de Dinamarca. Pero en la leyenda de Oyero de Dinamarca el reino del Preste Juan se identifica con el Avalón, es decir con la isla hiperbórea, con la tierra solar, con la "isla blanca". En Avalón se ha retirado el Rey Arturo. Acontecimientos trágicos, descriptos en formas diferentes de acuerdo a los textos, lo obligan a buscar allí refugio. Este retiro de Arturo no tiene el significado de la conversión de un principio de una función, en algo latente. Arturo, de acuerdo a la saga, no ha muerto nunca. Él vive todavía en el Avalón. Él se volverá a manifestar nuevamente. En la figura del Rey Arturo debe verse una de las múltiples funciones del "dominador polar", del "rey del mundo". El elemento histórico se encuentra aquí revestido por el suprahistórico. Ya la antigua etimología vinculaba el nombre de Arturo con arkthos, es decir, "oso", lo cual, a través del simbolismo astronómico de la constelación polar, remite nuevamente a la idea del "centro". El simbolismo de la "Mesa Redonda", de cuya caballería Rey Arturo es el jefe supremo, es "solar" y "polar".

El palacio de Rey Arturo –así como el Mitgard, la residencia luminosa de los Asen, de los "héroes divinos" nórdicos– está construido en el "centro del mundo" – in medio mundi constructum. De acuerdo a algunos textos, el mismo gira alrededor de un punto central: gira, como en la "isla blanca" –çvetadvîp – recordada por los indoeuropeos de Asia, en la tierra hiperbórea cuyo dios es el solar Vishnu, gira la swastika, como "la isla de vidrio" céltico-nórdica –un facsímil del Avalón– gira; como la rueda fatal del cakravartî, del "Rey del Mundo" ariano, gira. Los rasgos sobrenaturales, "mágicos", propios de esta figura se encarnan, por decirlo así, en Myrddhin, es decir, en Merlín, consejero inseparable de Rey Arturo, que es, en el fondo, más un ser diferente de él, la representación personificada de la parte sobrenatural del mismo Arturo.

La caballería de Arturo irá a la búsqueda del Grial. La caballería de Arturo, que recluta sus miembros entre todas las patrias, tiene como consigna: "El que es jefe, que sea nuestro puente". De acuerdo a la antigua etimología, pontifex significaba por lo demás el "hacedor de puentes", aquel que establece el lazo entre las dos riberas, entre los dos mundos.

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