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jueves, 8 de enero de 2009

La Leyenda del Grial (ll)

A ello se le agregan oscuros recuerdos históricos y transposiciones geográficas de nociones temporales. La "isla" situada "en la extremidad del mundo", respecto de lo cual, en varias tradiciones, en realidad significa el centro primordial en las lejanías remotas del tiempo. La tierra del sol es, para los Griegos, Thulé – Thule ultima a sole nomen habens – y Thulé equivale al Airyanem-Vaêjô, al país del extremo norte de los antiguos Persas. El Airyanem-Vaêjô ha conocido el reino del solar rey Yima, la "edad del Oro". Pero Hesíodo recuerda: "Cuando esta edad (la edad del Oro) declinó, aquellos hombres divinos continuaron a vivir toí mèn…eisí y se convirtieron, en forma invisible eóra essamenou en los guardianes de los hombres".

Ello porque el "sentido de la historia" es la decadencia: a la edad del Oro le sucede la de la Plata – la edad de las Madres; luego la del Bronce – la edad de los Titanes; finalmente la edad del Hierro; "edad oscura", kali-yuga, "crepúsculo de los dioses". ¿Por qué? Muchos mitos parecen querer establecer una relación entre "caída" e hybris, es decir, usurpación prometeica, revuelta titánica. Pero nuevamente, Hesíodo nos recuerda: Zeus, el principio olímpico, ha creado en la edad del Hierro una generación de héroes, que son más que "titanes" y tienen la posibilidad de conquistar una vida similar a la de los dioses, iós te òesí. Un símbolo: el Heracles dórico-aqueo, aliado de los Olímpicos, enemigo de los titanes y de los gigantes. La doctrina del centro supremo y de las edades del mundo está estrechamente vinculada con la de las leyes cíclicas y de las manifestaciones periódicas. Si se dejase a un lado tales puntos de referencia, muchos mitos y muchos recuerdos tradicionales nos remitirían a unas situación de fragmentos casi incomprensibles. "Ello aconteció una vez – ello acontecerá de nuevo", enseña la tradición.

Y también: "Cada vez que el espíritu declina y la impiedad triunfa, yo me manifiesto; para la protección de los justos, para la destrucción de los malvados, para establecer firmemente la ley, de edad en edad yo revisto un cuerpo". En todas las tradiciones, bajo diferentes formas, más o menos completas, recorre siempre la doctrina de las manifestaciones cíclicas de un principio único, subsistente en los períodos intermedios en estado latente. Mesías, Juicio Universal, Regnum, etc.: todo esto no representa otra cosa que una traducción religiosa y fantasiosamente deformada, de este conocimiento; conocimiento que por lo demás se encuentra también en la base de aquellas confusas leyendas, en las que se narra acerca de un dominador que no habría muerto nunca, sino que se habría retirado en una sede inaccesible –idéntica en el fondo, al "Centro"– para volver a manifestarse en el día de la "última batalla"; de un emperador que duerme y que se volverá a despertar; de un príncipe herido, que espera a aquel que lo curará y que conducirá a su reino decaído o devastado hacia un nuevo esplendor. Todos estos muy notorios temas de la leyenda imperial medieval nos remiten sumamente lejos en los tiempos.

El mito primordial del Kalki-avatâra contiene ya todas estas ideas en una relación sumamente significativa con otros símbolos ya indicados por nosotros. Kalki-avatâra ha "nacido" en Shambala, que es una de las designaciones del centro hiperbóreo primordial. La enseñanza le ha sido transmitida por parte de Paraçu-Râma, el representante "nunca muerto" de la tradición de los "héroes divinos", el destructor de la casta guerrera en rebelión. Kalki-avatâra combate en contra de la "edad oscura" y sobre todo contra los jefes de las fuerzas demoníacas de la misma, Koka y Vikoca, los cuales, aun etimológicamente remiten a Gog y Magog, a las fuerzas subterráneas que, ya dominadas y subyugadas por el regio Preste Juan, se desencadenarán en la edad oscura y contra las cuales también el emperador vuelto a despertar deberá combatir. La leyenda del Grial debe ser referida a tal orden de ideas y sólo sobre la base de estos datos tradicionales y de este simbolismo universal la misma puede ser comprendida sea desde el punto de vista histórico como desde el suprahistórico. Aquel que en la historia del Grial considera tan sólo una leyenda cristiana, o una expresión del "folklore céltico pagano", o la creación de una literatura caballeresca sublimada, no captará de los respectivos textos, sino el aspecto más exterior, accidental e insignificante.

De la misma manera sería equivocado también todo intento de deducir los temas del Grial del espíritu de un pueblo en particular. Se puede afirmar, por ejemplo, que el Grial es un "misterio" nórdico; pero tan sólo a condición de entender por "nórdico" a algo sumamente más profundo y más comprensivo que "alemán" o aun "indogermánico", algo que en vez remita a la tradición hiperbórea, la cual hace una misma cosa con la misma tradición primordial del presente ciclo. En realidad, justamente desde esta tradición se pueden deducir todos los temas principales de las leyendas en cuestión. A tal respecto es sumamente significativo que, según el "Perceval li Gallois", los textos que contienen la historia del Grial habrían sido hallados en la "Isla de Avalón", en donde "está la tumba de Arturo". Además otros textos llaman al país, en el cual José de Arimatea habría llevado el Grial y en donde habitaban ciertos enigmáticos antepasados del mismo José, la "Isla Blanca" e "Insula Avallonis": son, nuevamente, designaciones del centro nórdico primordial. Si Inglaterra en esta literatura aparece muchas veces como una especie de tierra prometida del Grial y como el país en el cual se desarrollan esencialmente las aventuras del Grial, muchos indicios nos dicen que, al respecto, se trata de un país simbólico. Inglaterra fue llamada también "Albión" e "Isla Blanca"; "Albania" fue una parte de la misma; Avalón la localidad de Glastonbury.

La antigua toponomástica céltico-británica parece pues haber transpuesto a Inglaterra, por lo menos a una parte de ésta, algunos recuerdos y algunos significados referidos esencialmente al centro nórdico primordial, a Thulé, a la "tierra solar". Éste es el verdadero país del Grial. Y es por esto que el reino del Grial se encuentra en estrecha relación con el reino simbólico de Arturo, con el reino devastado –la terre gaste– con el reino cuyo soberano se encuentra herido, en letargo y decaído.

Una isla montañosa, una isla de vidrio, una isla que gira sobre sí misma (the isle of the tournance), una residencia rodeada por las aguas, un lugar inaccesible, una cumbre alpina, un castillo solar, un monte salvaje y un monte de la salvación (Montsalvatsche y Mons Salvationis), una ciudadela invisible, tal de poder ser alcanzada sólo por los elegidos, e incluso por éstos corriendo un peligro mortal, etc. – he aquí las escenas principales sobre las cuales se dirigen las principales aventuras de los héroes del Grial: no son sino tantas representaciones del "Centro", de la residencia simbólica del Rey del Mundo. También el tema de la tierra primordial es recurrente: un texto llama "Edén" a la tierra del Grial. El ciclo de Lohengrin y la Sachsenkronik von Halberstadt refieren: "Arturo se encuentra con sus caballeros, en el Grial, que ya fue el paraíso y que ahora se ha convertido en un lugar de "pecado".

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