La meditación con su foco de atención, ya sea en la respiración, en el movimiento o en
nuestro caso en el mantra, es un método de relajación científicamente comprobado tanto
para la mente como para el cuerpo.
Simplemente prestando atención a nuestra palabra, nuestra respiración y nuestro ritmo
cardíaco se desaceleran por sí solos y calman a nuestro nervioso cuerpo. A medida que
nuestra respiración se hace más lenta, lo mismo pasa con nuestros pensamientos. La
respiración es el puente entre nuestro cuerpo y nuestra mente.
John Main dijo: “Tu respiración debe ser calma y normal. Permite que cada músculo de tu
cuerpo se relaje. Y luego acomoda tu mente a tu cuerpo. El verdadero trabajo de la
meditación es lograr la armonía entre el cuerpo, la mente y el espíritu”.
Luego al aceptar la naturaleza inquieta de nuestra mente, y al repetir nuestra palabra
amorosamente y con fe, a pesar de todo, los pensamientos y las imágenes se esfumarán
lentamente en un segundo plano.
Es perfectamente posible usar la meditación solamente por sus beneficios para la salud
como una técnica de relajación para el cuerpo y la mente y parar allí. Es hermoso parar el
interminable parloteo de la mente y soltar el estrés y la tensión. Sería fabuloso tomarse un
descanso de las preocupaciones, ansiedades, esperanzas y miedos que generalmente nos
acosan, detener la pérdida de energía de una mente que se mueve en círculos. Pero eso
sería perder una oportunidad, la meditación es mucho más que los efectos psicológicos
que ejerce sobre el cuerpo. Sin embargo los efectos sobre el cuerpo y la mente son un
primer paso importante en el camino hacia la transformación, la claridad de visión y la
conciencia total.
Cuando logramos esta paz y armonía serenando la mente y el cuerpo y prestando total
atención al mantra, podemos percibir el pacífico y armonioso silencio que habita en
nuestros corazones. “Nada describe a Dios tan bien como el Silencio”, dijo Meister Eckhard,
el místico alemán del siglo 14. La meditación es por lo tanto una disciplina espiritual, un
viaje de descubrimiento al centro de nuestro verdadero ser, donde Cristo habita y al mismo
tiempo un viaje de descubrimiento de la presencia de Dios. Una vez que hayamos
descubierto esto impregnará nuestra vida e influirá en todas nuestras acciones.
“El propósito más importante de la Meditación Cristiana es permitir que la misteriosa y
silenciosa presencia de Dios en nuestro interior se convierta cada vez más no en una
realidad sino en la realidad de nuestras vidas, permitir que se convierta en esa realidad que
le da significado a todo lo que hacemos, a todo lo que somos.”
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