Las Raíces del Cristianismo Místico - Introducción - Laurence Freeman
En un túmulo neolítico construido hace cinco mil años en County Meath podemos observar
una etapa decisiva en el desarrollo de la conciencia humana. El respetuoso entierro de los
restos humanos marca un adelanto en el auto conocimiento y en el respeto por uno mismo.
El misterio de la vida se encuentra de cierta forma escondido y revelado en la muerte. Los
huesos, que probablemente no pertenecieron ni a los cocineros ni a los que realizaban la
limpieza para el clan, fueron depositados en el oscuro corazón de la construcción cubierta
con cuarzo. Unos pocos metros sobre la entrada al complejo, una apertura angosta
conduce hacia el interior de un delgado túnel cuyo final se abre en la profunda oscuridad del
centro interior. El hombre moderno tocó la mente de sus ancestros cuando los arqueólogos
descubrieron no el propósito, sino el significado de la apertura. En el solsticio de invierno los
primeros rayos del sol de Año Nuevo, que se alzan de su propia muerte, tocan el pasaje de
piedra y viajan hacia el interior del centro oscuro, disipando durante varios minutos la
oscuridad con la luz.
Afortunados los que cada año, se agolpan para entrar a la cámara interior, esperando ver
una mañana clara. La sensación de resurrección e iluminación debe ser muy fuerte y un
temor sagrado debe unirlos. Sin embargo se podría estar usando el lenguaje en forma
inexacta al llamarla experiencia mística. Una experiencia mística sólo puede ser expresada
en una o más de las diversas formas del lenguaje humano – como arquitectura, liturgia,
arte, filosofía, sexualidad. Pero el misticismo es en sí mismo conciencia directa de lo que
está directamente presente y es por siempre inefable. No tenemos idea de cuales eran las
creencias de los que tan exactamente calcularon y calibraron el túmulo de New Grange.
Pero como quiera que hayan entendido sus propias creencias y aunque no pudieran
analizarlas, no eran copias de copias. Nacieron de la experiencia directa.
La experiencia mística se conoce por sus frutos pero no es sujeto de análisis. No se puede
analizar lo verdaderamente simple- pero se lo puede conocer. Jesús que vivió y habló
completamente desde el interior de su experiencia del “Padre” dijo esto del “Reino de
Dios”, que es el término cristiano: “No pueden decir por la simple observación cuando
vendrá el reino de Dios”. Dado lo ambiguo que todo esto resulta, no es de sorprender que
estemos listos para optar por lo que parece tener más sentido común y sustituir la foto por
la cosa real, el concepto por la experiencia. Imágenes y pensamientos son objetos que
podemos etiquetar y controlar, mientras que Dios, como dijo San Ireneo, es una realidad que
nunca podemos conocer como un objeto, solo la podemos conocer a través de la
participación en Su auto conocimiento. Después de su maratón intelectual, mientras se
sentaba sobre la gran catedral de su Suma , Tomás de Aquino, tuvo una experiencia
mientras celebraba misa que echó por tierra su universo mental. Todo lo que había escrito,
dijo, era una ramita de paja y estaba satisfecho de verla quemada. Dentro del
escolasticismo que engendró, raramente se oye este verdadero resumen de su labor o de
su relevancia para nosotros sus estudiantes
Agustín dijo que “si lo puedes entender no es Dios”. Esto puede parecer que contradice
muchas otras cosa que el dijo pero en realidad revela el fértil reino de paradoja que se
encuentra en el centro mismo de la fe. Existe un arquetipo reflejado en las dos clases
complementarias de expresiones religiosas: la katafática que avanza diciendo verdades
acerca de Dios y la apofática que niega todo lo que pueda decirse de Dios porque Dios está
más allá del pensamiento. La razón y la fe no son contradictorias pero no son lo mismo. Una
identidad cristiana equilibrada y madura demanda poseer cierto grado de competencia en
las dos. Hoy día todo cristiano necesita manejar esta paradoja. Esto es lo que quiso
significar Kart Rahner cuando dijo que el cristiano del futuro será místico o no habrá más
cristianos
El fruto de lo inefablemente místico es habitualmente contemplativo. La vida cambia pero no
termina con la experiencia de Dios, aunque es una clase de muerte-separación tanto como
de unión-conyugal. El término contemplación es de más fácil abordaje que el de misticismo
porque no cubre solamente una experiencia en particular sino un modo de vida que se
disfruta en el momento presente. La alegría es la clave para poder entenderlo y vivirlo.
Aquino pensaba que la contemplación era simplemente poder disfrutar de la verdad. La vida
contemplativa es el llamado del evangelio y la meta de toda religión que no se haya aislado a
si misma de la directa experiencia de Dios.
La renovación de las religiones toma periódicamente muchas formas – estructural,
simbólica, intelectual y litúrgica. La cristiandad está pasando por un tiempo de reforma
radical y reajuste a una cultura moderna cuya principal característica es el cambio
continuo. En las sociedades tradicionales, tales como las basadas en los ciclos de la
agricultura, la vida se repite a sí misma y se ajusta a cierta clase de religión institucional
que celebra las cosechas y ora en tiempos de siembra. Para la mayoría de la gente
moderna – por supuesto que no todos los que viven hoy en día son modernos en este
sentido – este tipo de religión tiene un valor simbólico pero no conecta sus experiencias
cotidianas con el gran misterio. No les recuerda lo místico ni les ayuda a vivir
contemplativamente. No es sorprendente que las masas urbanas no encuentren
significativa la religión tradicional o institucional. Los líderes religiosos tienden a atribuirlo a
la naturaleza pecaminosa de las personas y a la maldad del mundo. Pero, ¿cúales son las
causas y cúales son los síntomas?
Algunos líderes católicos piensan que el problema reside en la liturgia que perdió su
cualidad mística en la transición del cántico gregoriano a la guitarra popular. Esto es lo
mismo que hacen los políticos que culpan al desgaste de los valores familiares por el
aumento en el número de crímenes. Si fuera tan sencillo. Es verdad que la mayoría de las
oraciones religiosas tienen un tono más funerario que nupcial, pero esto no puede ser
curado por decreto como tampoco pueden legislarse los valores familiares.
Recientemente concurrí a una celebración litúrgica de domingo en una parroquia y me sentí
conmovido y energizado tanto por todo el ambiente y la estética, como por la energía y el
compromiso de los parroquianos a quienes se les había confiado la verdadera autoridad.
Me senté con el sacerdote en su cuarto mientras transcurría toda esta actividad. El estaba
relajado, feliz y risueñamente humilde. Cuando lo felicité me contestó que el era solamente
un punto silencioso alrededor del cual se resolvía la vida de la parroquia. Ambos sabíamos
que el punto que estaba en silencio no era él sino que estaba dentro de él. El verso del
salmo estaba en su mente: Permanezcan en silencio y sepan que Yo soy Dios.
La situación religiosa actual es compleja y volátil. Tal vez esa sea la razón por la cual hay
tanto interés en la tradición mística y en la búsqueda de formas más simples de vivir una
vida contemplativa. Hace tres años el Centro de Meditación Cristiana de Londres organizó
un curso anual de clases semanales sobre “Las Raíces del Misticismo Cristiano”, en la
actualidad se lo repite cada año y se ha extendido a otros países. Satisface la sed de otro
tipo de conocimiento espiritual. La gente escuchó suficientes sermones moralizantes,
advertencias, amenazas y obviedades. El resurgimiento del budismo en el oriente habla
acerca de una experiencia sin dogma. Su atracción es que no está basada en la “fe”. Esto
no es completamente exacto pero la percepción es no obstante reveladora. En cambio el
cristianismo se aferra al dogma y cree que la “fe salva”, aunque al mismo tiempo distingue
entre fe y creencia. Pero, como dijo Aquino aún en sus días anteriores a recibir la
iluminación divina, adoramos a Dios y no al dogma.
En la certeza de que un conocimiento bien informado acerca de la tradición mística
cristiana puede ayudar a los cristianos actuales a pasar sus crisis de modo más alegre y
guiarlos a vivir una vida más contemplativa, comenzamos un “Curso Raíces” a través de las
“Cartas de la Escuela Internacional”. Cada semana ofreceremos una introducción para un
guía espiritual o un grupo de maestros y sugeriremos algunas líneas para una exploración
más profunda. Adecuándolo a la tradición mística cristiana comenzamos por el mismo
Maestro.
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