domingo, 16 de noviembre de 2008
LA LEY DEL OLVIDO
Las leyes del origen divino, la reencarnación y las consecuencias del karma pasado garantizan que lleguemos a esta vida como seres humanos divinos y recorramos un extenso camino a través del tiempo para ser conscientes de nuestra naturaleza atemporal. Sin embargo, todas las tradiciones místicas coinciden en que al comenzar esta vida olvidamos nuestra relación inherente con lo divino, en una suerte de amnesia. Según parece para desenvolverse en tiempo, materia y espacio, el alma debe olvidar su Fuente y Origen en la luz e iniciar nuevamente todo su proceso evolutivo, incluso si ingresa en esta dimensión como un ser muy evolucionado. Se han dado varias explicaciones para ese hecho; la más convincente, según mi parecer, es que recordar demasiado la experiencia de la unión divina en la luz o los detalles de las vidas pasadas confundirían mucho el desarrollo del alma en esta vida. Para que la conciencia logre desenvolverse por completo dentro de la materia debe iniciarse nuevamente todo el proceso; cierta ignorancia es esencial, sobre todo en las etapas iniciales. No obstante, bajo esa ignorancia, la conciencia divina aguarda su momento de reconocimiento; de hecho, incluso el enmascaramiento y la ignorancia son algunos de sus modos. Esa amnesia, u olvido, no es definitiva en todos los casos. Después de todo hay personas que pueden recordar vidas pasadas con asombroso detalle. Los místicos tibetanos afirman que a menudo los seres muy evolucionados pueden recordar con claridad su vida pasada durante los primeros tres o cuatro años de vida. Sin embargo, incluso en tales casos, los recuerdos de existencias pasadas se desvanecen después de un tiempo para que esta vida pueda vivirse con total concentración y para que el desenvolvimiento de la conciencia a lo largo del sendero pueda progresar de estación en estación, hasta que el espíritu haya florecido completamente en materia y se complete la divinización del ser humano. Andrey Harvey
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