ORDEN DE LAS DAMAS DE LA BANDA.
Juan I de Castilla, instituyó esta orden en el año 1380 para honrar la memoria de las mujeres de Plasencia durante el sitio de esta plaza por los ingleses, cuyo admirable valor y ayuda contribuyeron en mucho para rechazar, con notable pérdida de hombres y material bélico, a los sitiadores. Esta orden, que fue especialmente destinada para damas, fue unida más tarde a la de Caballeros de la Banda.
ORDEN DE LA CABEZA DE MUERTO.
Esta orden fue fundada en 1652 por Silvio-Nimrod, duque de Wirtemberg, para damas y caballeros. Declarándose el duque gran maestre de la misma, y eligiendo a su madre, Sofía Magdalena, duquesa de Lignitz y de Brieg, gran priora. Con la muerte de su fundador y gran maestre, cayó en desuso esta orden. Más tarde, Luisa Isabel, nieta del gran maestre y fundador de la misma, la restableció en el año 1709, destinándola únicamente para la confesión de Damas, con la precisa condición de que una princesa de la casa de Wirtemberg fuera siempre priora. Según los estatutos de esta orden, no era de absoluta prioridad ser persona ilustre para su admisión en ella, pues sólo contemplaban una vida ejemplar y libre de todo vicio. Estaba prohibido a las ocupantes de dicha orden el juego, la asistencia a fiestas públicas y el uso de trajes magníficos.
Todos los años se celebraba capítulo general, y en él eran multadas aquellas damas que habían contravenido los preceptos de la regla. El dinero recogido de las multas se depositaba en una caja para distribuirlo después entre los pobres el día del Viernes Santo. La divisa de la orden era una cabeza de calavera que en su contorno tenía el siguiente lema: «Memento mori», y pendía de ella un lazo negro de seda.
ORDEN DEL AMARANTA.
La reina Cristina de Suecia, queriendo perpetuar la memoria del triunfo de la creencia ortodoxa sobre la de los luteranos, instituyó esta orden en el año 1653, concediendo su collar a varios caballeros y damas de su corte que estuvieran dispuestos a abandonar el error y las doctrinas de Lutero. La divisa de esta orden consistía en una joya de diamantes con dos “AA”, de oro y contrapuestas, dentro de una corona de laurel atada con una cinta blanca, en la cual estaba bordado de oro la siguiente inscripción: «Dolce nella memoria». Poco tiempo después de haber sido constituida fue olvidada por su propia fundadora y desapareció completamente a la muerte de ésta.
ORDEN DE LAS DAMAS ESCLAVAS DE LA VIRTUD.
Leonor de Gonzaga, viuda del emperador de Alemania Fernando III, a fin de que renaciese la piedad en su corte, instituyó en el año 1662 la orden de caballería llamada de las «Damas esclavas de la virtud», declarándose gran priora de la misma y prefijando el número de treinta las profesas que la podían componer. Su divisa era un sol de oro, rodeado de una corona de laurel con el epígrafe siguiente: «Sola triumphat ubique»
ORDEN DE LAS DAMAS PARA HONRAR LA CRUZ.
Esta orden de caballería fue creada por la propia emperatriz Leonor de Gonzaga en el año 1668, después del incendio del palacio imperial, cuyas llamas, que todo lo destruyeron, habían respetado sólo un crucifijo de oro que contenía un lignun crucis. Las damas de esta orden llevaban por divisa, al lado izquierdo de su cuerpo, una cinta negra, de la cual pendía una cruz potenzada (en forma de T) de oro, terminando sus cuatro brazos, que estaban rodeados por cuatro águilas imperiales, en una estrella de plata. Y sobre el crucifijo dos troncos puestos en cruz con las palabras: «Salus et gloria».
ORDEN DEL AMOR AL PRÓJIMO.
Esta orden fue establecida en Suecia en el año 1708 por la emperatriz Elizabeth Cristina. Admitía tanto a hombres como a mujeres para recompensar su fidelidad y adhesión a la soberana. Pero fue olvidada poco tiempo después de haberse constituido sin que tuviera nunca mucha importancia. La divisa de esta orden era una cruz de oro de ocho puntas, esmaltada en blanco, con una cinta encarnada y la siguiente inscripción: «Amor proximi».
ORDEN DE DAMAS NOBLES DE MARÍA LUISA.
Carlos IV, rey de España, fundó esta orden el día 19 de marzo del año 1792, y fue destinada para recompensar a las damas nobles que por sus servicios, pruebas de adhesión a la familia real, y por sus virtudes, se hicieran acreedoras de ella. En virtud de los estatutos debían obligarse estas damas a visitar una vez cada mes los hospitales públicos de mujeres, casas de asilo y beneficencia. Y celebrar todos los años una misa para el descanso del alma de las damas de la orden ya fallecidas. Esta orden estaba bajo la protección de San Fernando, y la reina de España ejercía la dignidad de ser la gran maestre. El documento de constitución dice lo siguiente: «Para que la reina, mi amada esposa, tenga un modo más de mostrar su benevolencia a las personas nobles de su sexo que se distinguieron por sus servicios, prendas y calidades, hemos acordado establecer y fundar una orden de damas nobles, cuya denominación sea: «Real orden de la Reina María Luisa», y nombrará la reina las damas que hayan de componerla.
Tendrá la orden por patrono y protector a nuestro glorioso progenitor San Fernando, teniendo todas las damas por obligación piadosa de su instituto la de visitar una vez cada mes alguno de los hospitales públicos de mujeres, u otros establecimientos públicos o casas de piedad, o asilos de éstas, y la de oír y hacer celebrar una misa por cada una de las damas de la orden que fallezcan. »Las damas usaran una banda blanca ancha, morada, con una lista del tercio de su anchura, blanca en el centro, que colocarán desde el hombro derecho al costado izquierdo.
La cruz es de oro, de cuatro brazos con ocho puntas que rematan en pequeños globos. Los cantones son de esmalte morado, y el campo blanco. En medio un óvalo de esmalte blanco con bordura morada, y en su centro la imagen de San Fernando. Esta cruz tiene los brazos alterados con castillos y leones de oro, y montada de una corona de laurel. El reverso lo forma un óvalo de esmalte blanco, en cuyo centro tiene la frase de “María Luisa”, y en una bordura la inscripción: “Real orden de la reina María Luisa”». Puedo deciros, mis queridos lectores y lectoras, que han existido más ordenes mixtas y eminentemente femeninas, pero si siguiera enumerándolas caeríamos en el peligro de que os llegaseis a cansar. Valgan pues las que he enumerado para darnos cuenta que a pesar de que muchas de las ordenes femeninas que existieron en la historia fueron siempre fundadas por intereses masculinos, no dejan de mostrarnos que las mujeres en circunstancias de asedio o de peligro inminente lucharon bravamente junto a los hombres, sin tener instrucción militar ni conocer lar armas, demostrando durante el devenir de la historia que en todo eran y podían ser semejantes a los hombres.
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