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viernes, 20 de febrero de 2009

Pureza de Corazón Traducción por Ana Inés Privitello de Argentina

Comencemos con estas palabras de Jesús del Evangelio de San Mateo:
Los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: ¿Quién es el más grande en el
reino de los cielos?”El llamó a un niño, lo puso delante de ellos y dijo: “Les aseguro
que si ustedes no cambian y se hacen como niños, nunca entrarán en el Reino de los
Cielos. Que un hombre se haga pequeño como este niño y él será el más grande en el
Reino de los Cielos.”

La meta de la vida monástica según los primeros padres es de oración
ininterrumpida. Cualquier disciplina de oración, tal como la disciplina de la meditación,
la disciplina del mantra, es un camino hacia esa meta. Es claro que existe más de un
camino para llegar a esa meta.

En esta disciplina de la oración pura, el mantra, la formula de Cassian, desengancha
de nosotros el estado compulsivo de distracción al que los primeros padres veían
como el pecado esencial de la condición humana. Supera esta distracción compulsiva
porque calma la mente, la lleva a la quietud:”Permanece en calma y aprende que Yo
soy Dios”. Enfoca la mente, enfoca todo nuestro ser llevándonos a esa simplicidad, a
esa unidad del corazón que es el verdadero significado de la pureza del corazón.
De esta manera el mantra, la fórmula, no es una píldora mágica, no es una técnica, es
una disciplina que tiene que estar integrada dentro de toda la conciencia espiritual y
de todo el sistema espiritual. Es claro que en la Décima Conferencia de Cassian, este
método de oración surge de por ejemplo la práctica monástica de la *lectio en la cual
leemos las escrituras no solamente con una mente tradicional y analítica, sino con un
corazón intuitivo y atento. En la lectio, es una práctica común tomar secciones cortas
del pasaje que estamos leyendo más que tratar de leer las veinte páginas en cada
periodo de la lectio. Nos contentaremos tal vez con permanecer en una frase o en un
par de versos y masticarlos. Los primeros padres decían rumiar. Entonces, qué sería
más natural que seguir avanzando, como recomienda Cassian, hacia una etapa de
oración aún más simple donde seleccionamos un solo verso o una sola palabra de las
escrituras y permanecemos con ella continuamente en cierto nivel y durante un
determinado tiempo de oración.

Para Cassian, la formula o el mantra que surge de nuestra inmersión en las
escrituras hecha raíces en nuestro corazón debido a su uso constante. El dice que
por la constante repetición y movimiento de este verso en nuestro corazón él hecha
raíces profundas en nuestra conciencia. Nos dice, se irán a dormir a la noche con
este verso, se despertarán a la mañana repitiéndolo. Es la oración del corazón que
nunca duerme. Yo duermo pero mi corazón está despierto. Esta oración del corazón
es la esencia de la oración pura. Nos une a la teología esencial de toda la oración
Cristiana que es la meta de todo cristiano: llegar a ser uno, cuerpo mente y espíritu,
con la oración de Cristo la que está en el corazón humano.

Una vez que el corazón despierta, nunca vuelve a dormir; una vez que la puerta se
abre nunca se vuelve a cerrar; una vez que el día de Cristo amanece nunca termina.
Esta es la oración continua que es la meta del monje y por cierto la meta del cristiano,
de acuerdo a San Pablo- rezar sin cesar. Lo que no significa que iremos por allí
rezando todo el tiempo. Eso crearía una realidad alternativa. Simplemente
terminaríamos en un estado de aislamiento psicológico y espiritual si pensáramos
que la oración continua significa estar rezando todo el día. La oración continua
seguramente significa oración continua, la oración eterna, la oración sin tiempo de
Jesús Cristo: su humanidad glorificada vuelta eternamente al Padre y adorando
eternamente al Padre en el espíritu. Nuestra oración continua es nuestra entrada,
nuestra unión, nuestra integración con su oración. haciendo el viaje con él, él que fue
más allá de si mismo hacia el Padre encontrándose a si mismo en el Padre como el
Hijo pero luego retornando a nosotros en el Espíritu, levantándonos con él como si
fuera en su regreso.

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