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jueves, 5 de febrero de 2009

Rompiendo el Espejo

Moment of Christ - The Path of Meditation -
John Main,OSB

Esto es lo que escribió San Pablo a los Colosenses: “Corroborados en toda virtud por
el poder de su gloria, para el ejercicio alegre de la paciencia y de la longanimidad en
todas las cosas, dando gracias a Dios Padre, que nos ha hecho capaces de participar
de la herencia de los santos en la luz”.

Debemos notar la calidad extraordinariamente positiva y de confianza de estas
palabras – “en toda virtud por el poder de su gloria”. Esto es exactamente lo que es el
Cristianismo. Es el poder vivir nuestras vidas en toda la plenitud en ese poder de la
gloria de Dios y viviendo, como lo dice San Pablo, con fortaleza. Esto significa vivir con
valentía, sin tener miedo a las dificultades tanto nuestras como a las de los otros.
Pero aún más importante, sin tener miedo de Dios, pues estamos unidos a El como
nuestra fuente suprema del poder.

Uno de los malentendidos que algunas personas tienen de la meditación es que esto
es algo pasivo. Lo ven solo como un rendirnos. Esto se debe a las palabras del
vocabulario tradicional religioso como rendirnos, abandonarnos y auto-olvidarnos.
Estas palabras tienen significado real, pero debemos entenderlas en la luz de la
experiencia del poder y la alegría de las que habla San Pablo. Algo que te quiero
sugerir es que una manera para nosotros de comprender lo que significa esta
experiencia Cristiana así como lo es el poder entrar en la meditación, no es tanto el
rendimiento o el abandono, sino el poder tener empatía con Dios. Usando una analogía
contemporánea, es como estar en la misma onda. Todas las ideas esenciales de San
Pablo tienen sentido y resuenan en la misma frecuencia, en la misma onda con
Cristo. El lo llama unión con la fuente del poder. Que es lo que nos impide esta unión,
esa co-resonancia?

Lo único que nos impide esto es lo que podemos describir como auto-conciencia, la
sobre-auto-conciencia del egoísmo. No creo que sea una exageración decir que el
pecado original es el de la auto-conciencia, pues la auto-conciencia da paso a la
división de la conciencia. Es como tener un espejo entre Dios y nosotros mismos.
Cada vez que nos vemos en el espejo nos vemos a nosotros mismos. El objetivo de la
meditación es romper el espejo, para así dejar de ver los reflejos de las cosas y
consecuentemente dejar de ver todo al revés, incluyéndonos a nosotros mismos. La
esencia de la meditación es tomar radicalmente el reino del cielo. El espejo debe
romperse. Jesús habla que debemos superar la auto-conciencia, el reflejo de
nosotros mismos, y nos dice que nadie puede ser su seguidor si primero no renuncia a
sí mismo.

Ahora bien, no toma mucho conocimiento de la vida el poder percibir que esta auto-
conciencia nos diluye al ver al universo moverse a nuestro alrededor; o bien de
concluir que esta auto-conciencia es un estado deseable. Tal vez esta es la razón que
nos trae a muchos a meditar. No queremos ver el espejo y ver todo al revés por todo el
resto de nuestras vidas. Queremos ver a través de ello, más allá del espejo y más allá
de nosotros mismos. Queremos ver con valentía en el infinito misterio de Dios. Pero
cuando empezamos a sentir las primeras pérdidas de nuestra auto-conciencia y
cuando empezamos a entrar en un silencio más profundo en la meditación podemos
sentirnos desubicados e incluso con miedo. Es aquí cuando necesitamos el apoyo de
nuestros hermanos. Es por esto que es importante que nos reunamos con
regularidad. Debemos darnos cuenta de que la fe es un regalo dado a nosotros, como
lo dice San Pablo, un regalo en abundancia si solo nos abrimos a la continuidad
martillante primero de romper totalmente ese espejo. Y la forma de amartillarlo es
con nuestro mantra.

No hay definitivamente nada pasivo sobre la meditación. Es un estado de apertura que
se acrecenta y se profundiza por la fuente del poder de toda la realidad, que sólo se
puede describir en las palabras de Dios-que-es-amor. El objetivo de nuestra vida y la
invitación de vida es nada menos que lograr la unidad completa, la total resonancia
con la fuente del poder. Qué son los frutos de la des-auto-conciencia? Alegría, amor,
paz, auto-control, paciencia y fidelidad – San Pablo habla de estos como los frutos del
espíritu. Es este el estado del ser donde estamos libres para ser nosotros mismos,
libres para recibir el regalo de nuestra vida sin miedo, en ese estado de gracia, en el
amor.

San Pablo menciona la paciencia en esa lista de los frutos del espíritu. Cada uno de
nosotros debemos aprender a ser pacientes y no hay mejor escuela para aprender a
ser pacientes que nuestra voluntad leal de recitar nuestro mantra día por día,
despreocupados del progreso, despreocupados por los resultados, solamente
despiertos a que hay solo un peregrinaje. Si no estamos en ese peregrinaje, estamos
fuera, no vamos a ningún lado. Nuestro llamado y nuestro destino es ser con Cristo.

La meditación es el estar abiertos al gran poder de Dios. Esto entonces nos da la
confianza de que podemos enfrentar lo que sea, no a partir de nuestros propios
recursos o a partir de nuestra auto-conciencia, sino a partir de la conciencia de Cristo,
su conciencia con su Padre, nuestro Padre. Esa conciencia se encuentra en nuestros
corazones, más allá de los espejos, más allá de las imágenes. Esta conciencia no es
amenazante. Esta conciencia es el gentil poder de Cristo Jesús.

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