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domingo, 22 de marzo de 2009

Glen Van Ekeren- Hablen bien de los demás

Creo que no hay nada más desastroso que los chismes: Los chismes causan
muchos resentimientos y conflictos. El sabio rey Salomón dijo:

"Las palabras de un chismoso son como pequeños bocados y entran hasta las
partes más recónditas de nuestro cuerpo. Tanto el chismoso como la
desafortunada víctima salen lastimados por estos "pequeños bocados".

Escuche esta conversación.
María afirma:- Elena me dijo que tú le contaste el secreto que yo te pedí
que no le contaras.
- Bien - responde Alicia - Elena prometió que no te diría que yo le conté lo
que tu me contaste, pero no le digas que yo te dije ella prometió no decir
nada.

¡OH! Que telaraña tan enmarañada tejemos cuando traicionamos la confianza de
alguien. Siempre habrá gente que cree en todo lo que escucha y se siente
obligada a repetirlo.
Los chismosos son sencillamente gente con "sentido del humor".
No sea uno de ellos.
Recuerdo algunas ocasiones en las que me enteré de que alguien había
traicionado una confidencia. Que sentimiento tan devastador.
La confianza se destruye y las amistades se rompen cuando se filtra el
contenido venenoso de un rumor. ¿Por qué chismea la gente? ¿Será porque
creemos que nos vemos mejor y que nuestros compañeros nos brindarán una
mejor aceptación? ¿Tener información confidencial nos hace sentir
importantes, más sabios o superiores, por lo cual, con toda seguridad, la
gente nos escuchará?

¿Alguna vez se ha sentido celoso de los logros de alguien o de la atención
que recibe y que al señalar las debilidades de ese alguien usted parece un
poco mejor?

Si alguien nos ha ofendido, ¿que tan fácil es poner a esa persona en
entredicho como una manera de vengarnos y equilibrar la balanza?. El chisme
también sirve para hacer que otras personas se pongan de nuestra parte en
casos de conflicto. Hay la tendencia a creer que, entre más gente esté de
acuerdo con nosotros, nuestra Autoestima es mayor. No importa que razón
demos, ¡no existe razón alguna para chismear!

Hay una leyenda sobre una persona que pidió consejo al sacerdote del pueblo
después de haber repetido una calumnia sobre un amigo y de haberse dado
cuenta que no era verdad. Le preguntó al sacerdote que podía hacer para sus
actos irreflexivos.
El sacerdote le dijo al hombre: Si quieres hacer las paces contigo mismo,
debes llenar una bolsa con plumas y, luego ir a cada una de las casas de
este pueblo y dejar una pluma en el porche.
El campesino encontró una bolsa, la llenó de plumas y empezó a recorrer el
pueblo, haciendo lo que el sacerdote le indicará. Luego regresó a donde
estaba aquel y le preguntó: -¿Que más debo hacer?
- Hay algo más - respondió el sacerdote - toma tu bolsa y recoge cada una de
las plumas.
El campesino con renuencia, empezó la tarea de recoger todas las plumas que
había distribuido. Regreso horas después y explico: - No encontré todas las
plumas el viento se las llevo.
-Lo mismo sucede con el chisme - respondió el sacerdote - las palabras
innobles se esparcen fácilmente y nunca las podremos recuperar.

La próxima vez que esté tentado a decir sobre alguien más, una palabra que
posiblemente no sea verdad o que sea poco halagadora, pregúntese qué tanto
esta información beneficiará a quien la escucha, a usted mismo y sobre todo,
a la persona de la cual se esta hablando. Tenga absolutamente claro este
hecho irrefutable: una vez que diga algo sobre alguien, no se podrá
retractar.

Si se siente atraído hacia el esparcir rumores o hacia el escuchar chismes
sobre otras personas, pregúntese si es ésta la forma en la que le gustaría
que hablaran de usted. Luego esfuércese por hablar de los demás en la forma
en la que le gustaría que hablaran de usted: únicamente con bondad y
caridad. Y cuando no tenga nada amable o caritativo que decir, aprenda a no
decir nada.

Glenn Van Ekeren.

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