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jueves, 23 de abril de 2009

Ser tú mismo

Moment of Christ -
The Path of
Meditation
John Main,OSB

Las dos preguntas más importantes que debemos considerar cuando meditamos
son: Primero: ¿Porqué debemos meditar? Segundo: ¿Cómo debes meditar? En
nuestras pláticas de introducción a nuestros grupos, tratamos de no enfatizar
mucho en ¿porqué debemos meditar?, pero más bien en ¿cómo meditar? Si
genuinamente ves la primera pregunta, estoy totalmente convencido que la
meditación puede añadir una dimensión de mucha riqueza a tu vida. Me gustaría
poder tener los poderes de persuasión y la elocuencia para poder convencer a
todos de la importancia de meditar.

La importancia de esto es que puedes ser tú mismo. Cuando meditas, no te estás
disculpando por quien eres, tampoco estás tratando de que otros te acepten, no
estás actuando en un rollo. Uno de los rollos que debes tener cuidado de no jugar
es el rollo espiritual (´estoy haciendo mi acto sagrado´). Solo debes sentarte quieto
y es en esa quietud que logras la sabiduría de saber que sólo puedes ser tú mismo,
y que sólo puedes ser tú mismo porque eres la persona creada para ello, si estás
dispuesto a renunciar a ti mismo. La verdad que puedes descubrir en tí mismo,
bajo tu propia experiencia, que solo podemos encontrarnos en el otro. Ningún auto-
análisis, o auto-examen podrá revelarte lo que eres. Pero si desenfocas tu
atención a ti mismo y la proyectas hacia delante, entonces descubrirás al otro, y al
descubrir al Otro, te descubres a ti mismo.

El Otro es la Base de tu Ser, el Otro lo llamamos Dios, la Suprema Sabiduría, el Ser
Supremo, el Amor Supremo. El nombre no es importante. De hecho, en la
meditación y en tu silencio, el silencio completo, vamos más alla de los nombres y
de las palabras para encontrar la Realidad.

Por ahora quiero repetir cómo meditamos. Es necesario repetir esto muchas
veces porque la meditación es muy sencilla. Para nosotros, Occidentales
complejamente auto-conscientes, es difícil creer y aceptar que algo tan simple sea
tan poderoso. Entonces, una vez más, para meditar debes estar quieto y recitar
internamente, en tu corazón, en tu mente, una palabra o frase. La palabra que te
recomiendo es una palabra en arameo y es Maranatha, que debe recitarse en
cuatro sílabas igualmente enfatizadas “Ma-ra-na-tha”. Eso es todo lo que se
requiere para meditar. Yo aprendí a meditar hace como 30 años y mi maestro me
solía decir, en respuesta a cualquier pregunta que yo le hacía respecto a la
meditación: ´Repite tu mantra, repite tu palabra´. A medida que he continuado mi
meditación a través de los años, más me doy cuenta de la sabiduría absoluta de lo
que él me enseñó. Si puedes entonces aprender a decir tu palabra y continuar
diciéndola, continuar repitiéndola durante 20 a 30 minutos, repitiéndola de principio
a fin, vas a ver que eventualmente lograrás desengancharte de tus ideas, tus
conceptos, tus palabras y tu mente por la mayor parte del tiempo, y entonces
lograrás, con paciencia y fidelidad, la claridad de conciencia.

Ahora respondamos a algunas preguntas prácticas. ¿Qué debes hacer si mientras
te sientas a meditar te sientes muy nervioso, o empiezas a ver colores, o a
escuchar sonidos, o lo que sea? Estos son solo síntomas de tensión. Una manera
sencilla para relajarte es acostarte boca-arriba y pasar unos momentos
permitiendo que el suelo quite el peso de tu cuerpo, respirando profundamente
desde tu diafragma. No muevas el pecho, pero retiene la respiración en tu
diafragma por unos 5 a 7 segundos y después exhala por tu boca. Haz este
ejercicio unas 10 veces y después siéntate a meditar. Verás que este ejercicio es
muy útil antes de que medites ya que la mayor parte del tiempo podemos sentirnos
tensos. Tenemos que manejar con el tráfico, lidiar con los problemas del trabajo o
de la familia, y esto nos hace sentir tensos. Pero a medida de que progreses en tu
meditación, los mismos períodos de meditación te permitirán tener una mayor
relajación y muy probablemente podrás meditar directamente saliendo de tu
trabajo o de otra actividad.

El otro punto que podrás notar cuando empiezas a meditar es que cualquier
fenómeno que se te presente – ya sean colores, sonidos, visiones, o lo que sea –
tómalo, como principio general, de que esto no tiene nada de importancia. No tiene
ningún significado, excepto, quizás, que sólo requieres estar más relajado al inicio
de tu meditación. Una de las cosas que debes aprender sobre como ver la
meditación es verla sin esperar nada. Muchos de nosotros en el Occidente,
cuando empezamos a meditar, esperamos tener visiones o comprender la vida con
mayor profundidad, o esperamos obtener sabiduría o conocimiento. Pero tú debes
venir con absoluta generosidad, y con absoluta pobreza de espíritu, esto es, sin
exigencias o expectativas – solo sabiendo que para esto fuimos creados. Esto es
para todo aquel que está leyendo este libro por lo que fue creado – para ser y para
estar en relación con su Creador.

Esta es la relación fundamental de nuestra existencia – criatura y Creador. Al
meditar entras en la armonía de esta relación. Te pones en armonía con el Creador
y entonces uno de los frutos de la meditación es que la armonía que descubres en
ti mismo, la empiezas a descubrir en todo lo demás. Entonces, el verdadero
hombre o mujer espiritual, es aquel que está en armonía con todo lo que
encuentra. Encuentras a otros no en una forma competitiva, o proyectando una
imagen de lo que eres o quisieras ser. Pero empiezas a encontrar a los otros
como tú eres, la persona que eres, cómoda o segura de ti misma, aceptando tu
propio ser. Y lo aceptas porque, desde el silencio de tu meditación, llegas al
conocimiento de que eres aceptado. Y no es que seas aceptado porque hiciste las
cosas correctamente. Lo que descubres cuando empiezas a explorar tu relación
básica de criatura y Creador, es que eres totalmente aceptado. En la visión
Cristiana de la meditación, descubres algo adicional. Descubres que eres amado
en el silencio, que eres ama-ble. Es este descubrimiento que cada uno debemos
hacer en nuestras vidas, si deseamos ser totalmente nosotros mismos, totalmente
humanos.

En la visión proclamada por Jesús, puedes ver lo que San Juan quería decír: “Dios
es amor”. Lo extraordinario de esto (y esto es lo que personalmente me gustaría
mucho poder lograr, poder comunicar a todos), que el amor se encuentra en tu
corazón. Cada uno de ustedes, si solo pudieran llegar a este silencio, lo van a
encontrar. Si cada uno puede llegar a ese espacio en ustedes mismos,
descubirán que pueden respirar el aire puro del amor.

Regresando a la primera pregunta: ¿Porqué debes de meditar? Esto es por lo que
lo hacemos. Es llegar, como pudiera yo mejor describirlo, a la pura libertad del
Espíritu. En la meditación estás totalmente despreocupado. No estás de ninguna
manera esclavizado a ninguna imagen o idea, porque estás más allá de las
imágenes y de las ideas pues estás en ese estado donde tienes plena libertad de
ser tú mismo. Tienes esa libertad pues estás con el que es. Cuando termines de
leer este texto, pregúntate a ti mismo “¿De qué se trata realmente la meditación?”
– y respóndete: Es sobre el ser. El es. Soy yo. Puedes dar esta respuesta, pero
finalmente la experiencia de la meditación es sobre el ser.

Ahora, permíteme recordarte de nuevo. Primero meditamos de 20 a 25 minutos y
vuelvo a repetir la importancia de estar tan quieto como puedas. No es una tarea
difícil. Si necesitas moverte, no sientas que por eso vas a arruinar todo. Solo trata
poco a poco de permanecer lo más quieto que puedas pues la meditación es sobre
la unidad del cuerpo y del espíritu así como de la quietud del cuerpo y del espíritu.
Así que cuando inicies, toma unos minutos para encontrar una postura cómoda y
luego empieza a repetir tu mantra. No pienses en nada. No pienses en en porqué
tengo que hacer esto?, qué estoy obteniendo por hacer esto – no invites a los
pensamientos. Simplemente repite y escucha la palabra. Mi consejo del fondo del
corazón es que si quieres meditar es necesario que lo hagas todos los días de tu
vida por un mínimo de 20 minutos en la mañana y 20 minutos en la noche. El tiempo
ideal es de 30 minutos. Si encuentras que es demasiado, comienza con 20 minutos
y gradualmente incrementa hasta llegar a los 30 minutos.

El período ideal para meditar es antes del desayuno y antes de la cena. El lugar
debe ser un lugar quieto y de ser posible, que sea siempre en el mismo lugar.

Sal un momento de tus pensamientos para que escuches este párrafo de un texto
de San Pablo a los Colosenses. El habla de lo que Jesús hará por nosotros si
estamos totalmente abiertos a El.

“...y ser fortalecidos en todo sentido con su glorioso poder. Así perseverarán con
paciencia en toda situación, dando gracias con alegría al Padre. El los ha facultado
para participar en la herencia de los santos en el reino de la luz”. (Col: 1: 11-12)

La meditación es sobre la iluminación pues es llegar a la luz de Dios. Esta es la
relación básica: Creador y criatura. Y el Creador nos da a cada uno la luz para ser
nosotros mismos.

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