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martes, 12 de mayo de 2009

LECCION NO. 29 Las etapas del viaje (1) “La meditación es una manera de salir de un mundo de ilusión a la pura luz de la realidad”.

LECCION NO. 29
Las etapas del viaje (1)
“La meditación es una manera de salir de un mundo de ilusión a la pura luz de la realidad”.
(John Main)

El mundo de ilusión al que John Main se refiere en esta afirmación es el mundo que
construimos con nuestros pensamientos. Muchos de nosotros equiparamos quienes
nosotros, la imagen que tenemos de los otros, y el mundo en que vivimos está hecho de
pensamientos: nuestros propios pensamientos y con frecuencia, los pensamientos de
otras personas, que hemos hecho nuestros, sin siquiera pensarlo. Desde que nacemos
aceptamos sin dudar las opiniones de aquellos que son significativos en nuestra vida:
nuestros padres, nuestros hermanos, nuestra familia, nuestra comunidad, nuestros
compañeros, la sociedad en la que vivimos, la religión y la cultura donde hemos crecido.
Formamos nuestra visión de la realidad basados en los puntos de vista de otros en un
intento de integrarnos, ser aceptados, amados y respetados. En otras palabras llevados por
nuestra necesidad de sobrevivir adoptamos las opiniones de los otros y adoptamos los
roles y actitudes que se esperan de nosotros. Con frecuencia, al hacerlo olvidamos quienes
somos realmente y quedamos aprisionados por todo este condicionamiento.

A medida que crecemos, algunos de nosotros tenemos la confianza necesaria para
desafiar y examinar estos pensamientos y opiniones. Sentimos el impulso irrefrenable de
descubrir quienes somos realmente debajo de todos los condicionamientos, máscaras,
roles y funciones. Pero “salir” no es fácil, dice John Main. El hecho de que estamos
dominados por los pensamientos puede descubrirse en el momento que comenzamos a
meditar. Nos damos cuenta de lo que John Main describió como “el caótico fragor de una
mente devastada por tanta exposición a las trivialidades y a la distracción”, mientras que el
padre Laurence se refiere al “nivel de distracción de la mente del mono”.

Sin embargo, nos es difícil abandonar nuestros pensamientos, ya que hemos sido
educados en la creencia de que el pensamiento es la actividad más elevada de la que nos
podemos ocupa. Descartes dijo en el siglo 17: “Pienso, luego existo”, y al hacerlo unió la
existencia con el pensamiento. T S Eliot lo ilustra en su “Four Quartets” (Cuatro Cuartetas),
en las que la gente sentada en un tren subterraneo, atascados en un tunel, sienten que se
enfrentan con “el creciente terror de no tener nada en que pensar”. El no pensar es
percibido como una amenaza a nuestra supervivencia. No es de extrañar que la gente se
sienta temerosa cuando se enfrenta con una disciplina como la meditación que promueve
abandonar los pensamientos. Las etapas en el viaje de la meditación, nuestro “salir” son
por lo tanto nuestras relaciones cambiantes con nuestros pensamientos.

“Salir”, requiere de coraje y constancia en la meditación, pero nos guiará a la “pura luz de la
realidad”, donde recordamos y experimentamos que somos “hijos de Dios”, “templos del
Espíritu Santo”, y que “la conciencia que estaba en Cristo está también en nosotros”

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